Ser mamá implica muchos retos, pero ser mamá de más de uno pone un nivel más de dificultad. Tengo días pensando en darle la vuelta a esto, pero es que si sigo pensando entonces no termino de escribirlo nunca. Así que aquí va.
Yo siempre les digo que somos las mejores madres que podemos, que somos perfectas tal cual somos, y por ende únicas. Pero hay algo que me ha llamado profundamente la atención desde que soy mamá de dos, y es que dentro de todos estos cambios, y de que se suponía que ya uno estaba medio preparado para el segundo bebé, me doy cuenta que sigo siendo inexperta en un montón de cosas y que necesito sacar el traje de pingüino de vez en cuando (ese que hace que todo me resbale) cuando se trata de comentarios de terceros.
Así que si lo pongo sin muchas palabras bonitas, ser mamá de dos me ha hecho ser consciente de varias cosas que antes daba por sentadas. Y aquí les dejo mi pequeña lista de descubrimientos.
Ser mamá de dos me ha enseñado que…
Organizarse no quiere decir que cumplamos con todos los pasos de la lista
Yo admito ser muy ordenada dentro de mi desorden y soy freaky con el tema de cumplir los objetivos que me propongo en el día. Pero ser mamá de dos, me ha hecho entender que habrá días en los que no puedo hacer todo lo que me propongo, así eso sea mandar un mensaje a un amigo o colgar la ropa que ha pasado tres días dando vueltas en la lavadora.
Les digo que hubo días en los que me sentí frustrada por creer que dejaría un montón de cosas pendientes. Pero esto me ha hecho entender que hay que ser organizado y priorizar, porque evidentemente hay cosas que no se pueden dejar para otro día, pero otras que sí, y no pasa nada.
El trabajo en equipo es vital
La comunicación es clave en todo este proceso.
Humanamente no es posible cubrir todos los aspectos de dos o más niños (a veces, ni siquiera de uno solo), por eso es indispensable entender que trabajamos en equipo con papá o con quien nos acompaña en casa.
Ojo, no se trata de dar órdenes sino de organizarse para que el tiempo sea mejor aprovechado y las tareas alcanzadas sin desatender a los peques, ni a nosotros mismos que no somos menos importantes.
Por ejemplo, nosotros hemos acordado que si papá lleva al cole, es mamá quien busca y viceversa. Si mamá es quien las baña, papá es quien les pone la pijama, o si mamá necesita tiempo para trabajar, papá se ocupa de las actividades de las niñas.
La comunicación es clave en todo este proceso.
La hora del baño no puede ser un caos
Desde que tengo uso de razón, para mi el baño es un momento agradable, de conectarme conmigo, de relajarme, de regalarme un cariñito diario, y eso he tratado de recalcárselo a mis hijas.
Así que la hora del baño no puede ser un caos. Si me toca bañarme con las niñas, entonces es hora de jugar a bañarse y a cuantas cosas con agua podamos hacer, siempre contando con el apoyo de papá para que la salida de la bañera sea segura.
Si me toca regalarme mi bañito sola, entonces procuro hacerlo cuando las niñas ya duermen, o de lo contrario saben que no deben entrar al baño salvo que sea una emergencia.
Destaco esto porque los baños son lugares peligrosos, por lo que es importante educar a los niños desde el placer o el respeto a los lugares como estos.
No podemos ir a un baño forcejeando con ellos por ejemplo, y menos cuando son dos. Así que este es un lugar donde solemos ofrecer relax y diversión.
A mis hijas las amo por igual, para mí ambas son seres únicos y maravillosos
Uno no quiere más a un hijo que otro, aunque estés más enfocada en el recién nacido
Esto es una de las cosas que más me preguntan, y yo misma me lo pregunté mucho cuando estaba embarazada. ¿Será que voy a querer más a Sára que a Shantal? La respuesta es no.
En mi cabeza es como una de esas excepciones del amor en las que sí puedes amar a dos o a tres. Como cuando te preguntan si amas más a papá que a mamá.
A mis hijas las amo por igual, para mí ambas son seres únicos y maravillosos, distintas y parecidas entre sí, pero a quienes además intentamos cada días más cultivar el amor fraternal.
Les confieso que ha habido días en los que me siento muy mal, porque las hormonas del postparto te dejan como una leona que solo está pendiente de resguardar a su cría, y muchas veces el hijo mayor puede ser tosco o no prestar atención a lo que hace, por lo que un grito puede escaparse, pero involucrar a los hermanos mayores en todo el proceso, ayuda muchísimo a que esto prácticamente no ocurra porque desaparecen los celos.
La prioridad es mantener a salvo al recién nacido, y luego poco a poco vas acoplando todos los ámbitos preexistentes de la vida familiar.

Tu cuerpo es increíblemente sabio
El cuerpo humano no deja de sorprenderte con la llegada del segundo hijo. Tus órganos tienen memoria, y de alguna manera por muy mal que la hayas pasado, lo bueno prevalece sobre eso negativo.
Les digo que yo recordaba lo traumático de mi entrada a quirófano con Sára, pero no recordaba el dolor o la sensación desagradable de la epidural, hasta el momento en que me sentaron en la camilla de este quirófano.
Recuerdo haberle dicho a una de mis amigas después del parto, que de solo recordar ese momento sentía la corriente de la anestesia por mi pierna, que esta vez no podría olvidarlo. Siete meses más tarde no puedo sino recordar el momento en que sostuve a Shanti en mis brazos y empecé a cantarle, no recuerdo su olor pero sí su piel sobre la mía y como sentía con cada contacto que todo se iba recogiendo dentro de mi.
Decir no cuando lo considero, no debe ser excusa para sentirme mal
Volviendo un poco al tema de la organización, las rutinas familiares cambian un poco sobre todo cuando el segundo bebé está recién nacido; y si los grupos de referencia que has hecho por tu primer hijo no están pasando por la misma situación que tú, pueden que no lo entiendan tanto.
Es por eso que nos ha tocado (a mi más que a mi esposo) aprender a decir que no sin sentirme mal por ello. Adoro a mis amigos húngaros, pero si nos invitan a algún compromiso a una hora en la que necesito dormir a la bebé, o después de que hemos tenido una semana sumamente cargada, diré que no sin remordimientos.
Antes me daba pena y accedía, pero éramos nosotros quien cargábamos con las consecuencias, ahora pensamos más en colectivo.
Muchas veces en la maternidad nos dejamos afectar por lo que dicen desde afuera y no se vale
El traje de pingüino debe estar a la mano
El traje de pingüino es una técnica que me enseñó una profesora, brillante pero muy loca, en la universidad sobre cómo debíamos lidiar los periodistas entre el trabajo, la familia y lo que se decía de nosotros.
Ella nos decía algo así como que, “usted póngase su traje de pingüino y que todo le resbale. La opinión que tengan sobre usted, es el juicio de otros sobre sus actos, no de usted”.
Y así nos dio una lección de vida increíble, porque muchas veces en la maternidad nos dejamos afectar por lo que dicen desde afuera y no se vale, ya que muchas veces esas opiniones son muy destructivas aunque no vengan con malas intenciones.
Así que siendo mamá de dos, llena de muchas inseguridades (porque sí, a veces me despierto a revisar que ambas niñas –e incluso el padre- estén respirando, y se me olvida como hacer alimentación complementaria, etc.) más de una vez me ha tocado ponerme el traje de pingüino.
Preguntar o tener dudas no te convierte en inexperto
Algo que me ha impactado mucho de vivir en este país, es que pese a ser un país tan dirigido a las familias, asuman que si ya tienes un hijo lo sabes todo sobre los niños. Supongo que en otros países también pasa, pero la referencia que tengo es de este y ha sido de mucho impacto para mí, ya que incluso la pediatra nos ha dicho “este es su segundo bebé, ya ustedes saben cómo es todo”.
Y no, no sabemos cómo es todo porque cada ser humano es diferente, o porque aquí se hacen las cosas diferentes a allá, o porque simplemente las circunstancias no son las mismas. Y el asunto es que esto no te hace un padre inexperto o mediocre, simplemente eres una mamá o un papá completamente humano, que quiere dar lo mejor de sí y salir adelante con sus hijos.
El instinto es una fuente inagotable
Este punto va muy ligado al anterior porque con la llegada del segundo hijo entiendes que el corazón de madre te guía mucho mejor que cualquier libro. En mi caso yo supe desde el día que concebimos a Shantal que esa bebé venía en camino, lo sentía.
Y así muchas cosas, como por ejemplo a pesar de estar en el otro extremo del piso el día que nació, yo sentía que necesitaba salir rápido de recuperación para que ella no llorara, y así era, al entrar al retén estaba llorando y bastó con escuchar mi voz para que se calmara.
Incluso, hace poco, empezamos la alimentación complementaria con la misma fórmula utilizada por Sára y a los 5 minutos de haber iniciado, me percaté de que es alérgica a la manzana, o que al menos no la tolera.
Ni les cuento si salgo un momento de casa, yo sé cuándo tiene hambre y cuando quiere dormir, e incluso siento que estoy más conectada con Sara en ese aspecto.
Ser mamá de dos es mágico
El amor no se divide con la llegada del segundo hijo, simplemente se multiplica
Finalmente y no menos importante, ser mamá de dos es mágico porque te demuestras a ti misma que el amor de madre es infinito, que necesitas tener mucho amor propio para hacerte cargo de tu familia, para educar a tus hijos con amor, desde el respeto y entendiendo que los ellos son prestados.
Ser mamá de dos me ha enseñado que soñar es el primer paso para construir realidades, me ha hecho recordar que no importa que tan mal vaya el día, basta con ver una pequeña sonrisa o escuchar un “te amo mamá” para que todo sea mejor, más bonito.
Ser mamá de dos, sobre todo me ha enseñado a que el amor no es una medida cuantificable, sino una forma de vivir, porque el amor no se divide con la llegada del segundo hijo, simplemente se multiplica.
Y a ustedes, ¿les ha pasado algo de esto siendo mamá de más de uno?
16 Comments
Yo soy la reina de ser mamás de dos porque tuve 2 niños a la vez! 👯♂️ Y por eso mi experiencia será siempre distinta a la tuya porque no pienso tener más 😂😂 Twin life!
HAHAHAHAHAHAHA, Ama me hiciste el día con este comentario
Ser mamá no es fácil y ahora
He aprendido que ser mamá de dos.. es un poco complejo aún cuando uno esté en proceso.
Pero se puede, y es hermoso, ver que dos personitas tan distintas entre sí, dependen tanto de uno es todo un reto espectacular.
También soy mamá de dos y está experiencia siempre me mantiene en equilibrio, y me ha enseñado a amar a dos, a amarlos como son, a valorarlos como son, a dividir mi atención de la misma forma y a dar gracias a Dios por su doble bendición 🤗🙏🏼
Me encanta, lo único que se divide es la atención porque de resto todo se multiplica.
Sí pero por supuesto, yo que soy mamá de cinco es pasado por todas pero amo lo que dices de que el instinto es una fuente inagotable, ser mamás de dos o más es lo máximo
Wao! me quito el sombrero contigo
Ser mamá de dos es toda una aventura, un aprendizaje y una bendición gigantesca!
Así es, los hijos son un regalo Divino.
Yo también soy mamá de dos y me encantó tu post! Gracias por compartir:)
Gracias a ti por leerme.
Que maravilla estas reflexiones de ser mamá de dos, me identifico con muchas de ellas, con paciencia y amor todo se puede!
Me encantó! Excelente tu punto de vista como mamá de dos jeje te lo digo como mamá de 3 jijiji
Jajajaja, me suena a que después con tres dices «qué ilusa era». Un abrazo
Así es, el amor es el mayor motor del mundo.